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Mostrando entradas de marzo, 2006

Mundo sombrío

Creemos que el Obscurantismo fue cosa del pasado, al menos eso es lo que nos hace creer la historia que nos cuentan. Porque hoy existe Internet, Ipods, laptos, viajes intercontinentales que nos llevan en poco tiempo de un lado al otro del mundo lo que hace 70 años demoraba meses, ¿será por eso y todas las ciencias y tecnologías adicionales que ya estamos lejos del Obscurantismo? Ayer veia televisión y en el cable un canal pasaba un spot que mostraba a unos niños jugando en la playa. De pronto uno tropieza con algo, se ve parte de un cuerpo humano, semi oculto por la arena. Se alcanza a ver una barriga. La idea que da es que el cadáver de una persona está semi sepultado. El niño lo toca con un palo y dice algo así como que haciendo ejercicio alguien ha perdido el estómago. El mensaje supone que debería tener un efecto gracioso, mi temor es que para muchos lo tenga. Por cierto, proviene de una cruzada por la salud. Luego, en otro momento y ya no frente a una pantalla de TV, veo en una

Entre el mandato y la súplica.

"Todos cuantos invocan al demonio de cualquiera de los tres modos antes dichos están sujetos a la jurisdicción del Santo Oficio como herejes, y deben ser castigados como tales. Toda invocación al Diablo de una de las tres especies que acabamos de indicar es acto de herejía, como quiera que se practique. No obstante, si uno pide al Diablo cosas propias del oficio de éste, por ejemplo, que tiente a una mujer a cometer pecado carnal, con tal que no se sirva de las voces de adoración y súplica, sino de expresiones imperativas, algunos autores graves creen que no incurre en delito de herejía. Conforme a esta última observación, si el hechicero que invoca al Diablo, por ejemplo, para que se enamore de uno una mujer, se vale de imperativos, te mando, te apremio, te requiero, etcétera, no es tan explícita su herejía; pero si dice, te suplico, te pido, te ruego, etcétera, es hereje manifiesto, porque estas fórmulas suplicatorias suponen y contienen adoración implicita". Nicolau Eymeri