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Mostrando entradas de mayo, 2009

Aquella última vez

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Aquel camino me pareció venido de uno de esos sueños en los que reconoces que hay algo que no es real. Y no cualquier cosa. Sin embargo no por ello se desmerece la calidad de experiencia que supone.  Me vi de  pronto en el cortejo.  Como esa lejana vez en que por primera ocasión fui a aquel cementerio e ingresamos, estoy casi seguro, por los mismos sitios. Cuando visitamos, por única vez juntos, la tumba de mi padre y  me insististes que la besara. Me parecía tan repulsivo besar una lápida. Luego, con igual sensación de irrealidad, verte atacada y yo retenido, hasta que llegó un guardia con esos sombreros de cazadores que usaban, blancos y circulares, que te defendió. Curiosamente tenía el nombre de mi padre. Ahora no al acompañarte sino al acompañarme, porque te supongo lejos de aquí, me llegó el aroma del rio. Fue como  una estela y me hizo pensar que era casi natural que una mujer que había vivido  en esta ciudad, que había caminado sus calles y pasado el tiempo que pasaste junto al

Michel Petrucciani

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Cuando conocí a Petrucciani me emocionó su música y su historia. En el documental del cual este es mi segmento preferido, que lo he visto igualmente varias veces, siento esa vivencia de familiaridad, de travesía que, aunque por rutas diferentes, se asemeja. A una persona entrañable, le escribía  con respecto a un ser querido para ambos que murió hace poco, diciéndole que su lección era la lucha por sus sueños. Sueños que he llamado hace poco, en otro lugar aquí, cándidos y simples, pero que viéndolo bien, eran los goznes que unían su vida con la realidad.  Siempre las ocho monedas que nos entrega la vida son insuficientes, pero cuánto pueden hacer algunos con ellas. Esa entrada a la que me acabo de referir, la concluí, sin proponérmelo, haciendo una variación de lo que dice Petrucciani al final. Los bellos paisajes de su lugar de origen, con lo que representa, lugar del que reconoce  estar  muy pero muy lejos. Sin nostalgia, porque cuando el presente es más luminoso que el ayer, el pas

Si lo puedes perder, es porque ya estaba perdido.