Joseph Morder
Ayer la noche prometía ser otra de aquellas de domingo: al filo de ese continuo ir y venir de los últimos años. Pero dando vueltas por la tv me encontré en el canal público ecuatoriano, que por cierto tiene una excelente programación, con un documental sobre Joseph Morder. Lo tomé ya iniciado, cosa que lamento. Se trataba del reencuentro de Morder con la ciudad en la que había vivido su infancia. Con las huellas de sus lugares, algunos de los cuales ya no exitían, pero que, con todo, estaban ahí, con las marcas en el corazón, en la memoria y los rastros que dejan las cosas que alguna vez fueron. Por ejemplo, en lo que había sido una sala de cine, indicios de los puntos en los que habían estado las butacas. El departamento familiar, que curiosamente estaba en una casa que frecuenté en mi adolescencia. Al recorrer aquel departamento en el film, yo recordaba aquel otro que visité muchas veces y que se encontraba precísamente en el piso inferior. Para él, aquel lugar tenía la fuerza de sus